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jueves, 21 de noviembre de 2013

¡¡Extrañas Parejas!!


     

     Ya lo pregonaron los muy ochenteros Mecano en voz de la incomparable Ana Torroja: Mujer contra Mujer, susurraba la musculada vocalista de pelo, sospechosamente, corto mientras nos narraba las desventuras de dos chicas que se amaban en secreto haciendo manitas, o algo más, por debajo el mantel.  Que dos mujeres se amasen se prometía tan complicado por aquel entonces que enfrentan a la una contra la otra como símbolo de su amor contra corriente . . . ¡demasiao!
Con dos hombres, sin embargo, la cosa, históricamente, ha sido bien distinta; siempre y cuando se amen como se tienen que amar dos hombres, en plan colega y machote, que aquí mariconadas las justas.
     Las parejas de hombres han dado mucho juego a lo largo de los tiempos: desde Caín y Abel pasando por David y Goliat, hasta Moisés y Ramsés , Mesala y Ben-Hur o Julio Cesar y Marco Antonio, por poner tan solo algunos ejemplos históricos, pero también están el Gordo y el Flaco, Mortadelo y Filemón, Pepe Gotera y Otilio, Axtérix y Obélix, Banner y Flappy, Oliver y Benji, largísimo etcétera.
     Pero siendo meticulosos no es difícil afirmar que las parejas de hombres, hombres, se formalizan de manera oficial y definitiva al final de la revolucionaria y moderna década los 60, no podía ser de otra manera, y es que desde que los estudiantes franceses salieron a la calle en Mayo del 68 a decir “basta ya” (pero en francés) la cosa no volvió a ser la misma.
     Jack Lemmon y Walter Matthau fueron ese mismo año la extraña pareja y se emparejaron otras siete veces más de forma antológica y descacharrante a lo largo de treinta años. Dennis Hopper y Peter Fonda buscaron su destino, entre canuto y canuto, montados en la más mítica Harley-Davidson de todos los tiempos, recorriendo la América profunda por la ruta 66, que es algo así como ir desde Santurce a Bilbao pero en plan yanqui y kilométrico. Paul Newman y Robert Redford, también buscaron su destino en una del far west, entre atracos a bancos y asaltos a trenes, compartiendo amoríos y escarceos con Katharine Ross para terminar acribillados a balazos y justificar plenamente el porqué de la acepción salvaje oeste; fue una verdadera lastima que dos chicos tan sanos acabaran así, por si no habíamos tenido suficiente con la muerte de la madre de Bambi ahora nos salían con esta, al menos quedó en nuestra memoria la cancioncilla gotas de lluvia caen sobre mi cabeza que se hizo tremendamente popular en múltiples y variopintas versiones.
     Dustin Hoffman y John Voight también fueron cowboys pero en plan moderno y de media noche, en no se que lío sobre la prostitución masculina y los bajos fondos, llevándose el Oscar a la mejor película a pesar de la clasificación X, ¡pero es que corría el año 69!, así cualquiera.


     Newman y Redford volverían a liarse poco tiempo después para dar el golpe, y vaya si lo dieron, la musiquita del asunto otra vez pegó fuerte, aunque por aquí sería más recordada como la sintonía del desodorante Williams que por el golpe original; después de dos éxitos tan indiscutibles se serían infieles y no volverían a coincidir nunca más, tanto guapo junto resultaba demasiado caro.
     Así Newman se lía con Steve McQueen para apagar los fuegos de un tal Coloso en Llamas que anticipó visualmente el 11 S de forma aterradora y rotunda; Redford hizo lo mismo con Hofman para acabar de un plumazo con todos los hombres del presidente a base de incendiarios artículos en el Washington Post sobre un tal caso Watergate, que igual os suena de algo.
     McQueen se fue a la Guyana francesa con Hofman disfrazado de Papillon y Voight se escapó con el super-macho Burt Reynolds de pesca deportiva y aventura bucólica para acabar casi violados sin defensa posible en una de supervivencia y venganza muy popular por las américas pero que en España pasó desapercibida.


     Tanta promiscuidad cinematográfica tuvo alguna honrosa excepción, como los televisivos Starsky y Hutch, moreno y rubio, pero “no” hijos del pueblo de Madrid, que a lo largo de cuatro temporadas, se regalaron todo tipo de arrumacos y carantoñas entre tiros y escaramuzas combatiendo al crimen organizado más bajuno con un estilazo a lo Harry el Sucio del que se podía disfrutar semanalmente y por partida doble. Y no nos olvidemos de los paradigmáticos Bud Spencer y Terence Hill, que desde que les llamaron Trinidad para regocijo de las plateas, fueron misioneros, super-policías, super-esbirros, super-dos, armaron el Belén, anduvieron con los hipopótamos y si no, se enfadaron, pelearon y repartieron mamporros a diestro y siniestro durante más de veinte años, a película por año todas igual de cutres y entrañables.


     El reverso tenebroso de esta singular pareja en España tomo cuerpo y figura en los inigualables Fernando Esteso y Andrés Pajares, símbolo patrio ¡indiscutible! de la transición, con ellos la caspa llegó a limites hasta entonces insospechados y la palabra hortera se hizo cuerpo y habitó entre nosotros; en términos de éxito popular no tuvieron rival durante una década y hoy en día están viviendo una fulgurante revalorización a cargo de la modernidad más friki que les rinde culto y pleitesía abanderados por su película más reivindicada, la indiscutible obra maestra de la caspa hispana Los Bingueros, seguida muy de cerca por Los Energéticos.


     Tanto compadreo masculino tuvo una muy aireada reacción entre el elemento femenino y, claro, las chicas son guerreras así que empezaron a hacerse notar: Jane Fonda aireo su ambigua amistad con Vanessa Redgrave en la memorable Julia, entre nazis y recuerdos, mientras Anne Bancroft daba un paso decisivo junto a Shirley MacLaine entre tutús y cocinas, en un engendro de prestigio que filosofaba entre ¿qué es mejor ser ama de casa o estrella del ballet?, tremendo dilema, vamos.


     Shirley que había sido previamente calumniada por una mocosa malintencionada por su sospechosa relación con Audrey Hepburn en la magistral, La Calumnia, sabía que las parejas de mujeres era un tema complicado, y si no que se lo digan a la pobre Joan Crawford que postrada en su silla de ruedas era agasajada a la hora de cenar con su propio canario muerto por una impagable Bette Davis, Baby Jane, mientras destrozaba la canción He escrito una carta a mi papi. Susan Sarandon, Louis, voló por los aires en su Chevrolet descapotable junto Gena Davis, Thelma, tras una accidentada escapada donde son robadas, violadas y perseguidas por la mitad del cuerpo de policía del estado de Oklahoma, como simbólico castigo a la independencia femenina, o como penitencia por haberse cepillado a un casi adolescente Brad Pitt en su primera aparición cinematográfica; mientras Kathy Bates, se daba un atracón de tomates verdes fritos, receta exclusiva de una anciana Jessica Tandy, al enigmático grito de guerra de: ¡¡Towanda!!.
      No fueron pareja, sino trío Pepi, Lucy y Boom que armaron la marimorena montándoselo a lo grande junto a otras chicas del montón, también fueron trío las lejanas Acuario que remaron mucho con su marinero lideradas por Mayra Gómez Kemp antes de capitanear el televisivo Un, Dos, Tres y responder una y otra vez, y es que el asunto de los tríos siempre fue muy femenino sino que se lo pregunten a Sabrina, Kelly y Jill Munroe que repartieron disparos, sonrisas y despechugue en la pequeña pantalla mientras volaban angelicalmente a la sombra del enigmático Charlie.


     Pero si de parejas extrañas se trata la palma se la llevan el intrépido Michael Knight, hortera marca paquete irrepetible y de peinado imposible que junto a su inseparable Kitt, un coche fantástico muy simpático y parlanchín, hicieron las delicias de todos los críos a mediados de los ochenta, con permiso, claro está de R2D2 y C3PO, la pareja más homorobótica que haya conocido cualquier galaxia muy, muy lejana, dejando claro que ninguna fuerza por muy maligna que fuera podía con su amor interestelar.



     Parejas, parejas, parejas, tantas y tan variadas que tiran por tierra el dicho: mejor solo que mal acompañado. Vaya por Dios! Que dilema! Visto lo visto, nos quedamos con Mazinger y Afrodita, mismamente!