Con
dos hombres, sin embargo, la cosa, históricamente, ha sido bien distinta;
siempre y cuando se amen como se tienen que amar dos hombres, en plan colega y
machote, que aquí mariconadas las justas.
Las parejas de
hombres han dado mucho juego a lo largo de los tiempos: desde Caín y Abel
pasando por David y Goliat, hasta Moisés y Ramsés , Mesala y Ben-Hur o Julio
Cesar y Marco Antonio, por poner tan solo algunos ejemplos históricos, pero
también están el Gordo y el Flaco, Mortadelo y Filemón, Pepe Gotera y Otilio,
Axtérix y Obélix, Banner y Flappy, Oliver y Benji, largísimo etcétera.
Pero siendo
meticulosos no es difícil afirmar que las parejas de hombres, hombres, se
formalizan de manera oficial y definitiva al final de la revolucionaria y
moderna década los 60, no podía ser de otra manera, y es que desde que los
estudiantes franceses salieron a la calle en Mayo del 68 a decir “basta ya”
(pero en francés) la cosa no volvió a ser la misma.
Jack Lemmon y Walter
Matthau fueron ese mismo año la extraña pareja y se emparejaron
otras siete veces más de forma antológica y descacharrante a lo largo de
treinta años. Dennis Hopper y Peter Fonda buscaron su destino, entre canuto y
canuto, montados en la más mítica Harley-Davidson de todos los tiempos,
recorriendo la América profunda por la ruta 66, que es algo así como ir desde
Santurce a Bilbao pero en plan yanqui y kilométrico. Paul Newman y Robert
Redford, también buscaron su destino en una del far west, entre atracos a
bancos y asaltos a trenes, compartiendo amoríos y escarceos con Katharine Ross
para terminar acribillados a balazos y justificar plenamente el porqué de la
acepción salvaje oeste; fue una verdadera lastima que dos chicos tan sanos
acabaran así, por si no habíamos tenido suficiente con la muerte de la madre de
Bambi ahora nos salían con esta, al menos quedó en nuestra memoria la
cancioncilla gotas de lluvia caen sobre mi cabeza que se hizo
tremendamente popular en múltiples y variopintas versiones.
Dustin Hoffman y John
Voight también fueron cowboys pero en plan moderno y de media noche, en no se que lío
sobre la prostitución masculina y los bajos fondos, llevándose el Oscar a la
mejor película a pesar de la clasificación X, ¡pero es que corría el año 69!,
así cualquiera.
Newman y Redford
volverían a liarse poco tiempo después para dar el golpe, y vaya si lo dieron,
la musiquita del asunto otra vez pegó fuerte, aunque por aquí sería más
recordada como la sintonía del desodorante Williams que por el golpe
original; después de dos éxitos tan indiscutibles se serían infieles y no
volverían a coincidir nunca más, tanto guapo junto resultaba demasiado caro.
Así Newman se lía con
Steve McQueen para apagar los fuegos de un tal Coloso en Llamas que anticipó
visualmente el 11 S de forma aterradora y rotunda; Redford hizo lo mismo con
Hofman para acabar de un plumazo con todos los hombres del presidente a base de
incendiarios artículos en el Washington Post sobre un tal caso Watergate, que igual os suena
de algo.
McQueen se fue a la
Guyana francesa con Hofman disfrazado de Papillon y Voight se escapó
con el super-macho Burt Reynolds de pesca deportiva y aventura bucólica para
acabar casi violados sin defensa posible en una de supervivencia y venganza
muy popular por las américas pero que en España pasó desapercibida.
Tanta promiscuidad
cinematográfica tuvo alguna honrosa excepción, como los televisivos Starsky
y Hutch, moreno y rubio, pero “no” hijos del pueblo de Madrid, que a lo
largo de cuatro temporadas, se regalaron todo tipo de arrumacos y carantoñas
entre tiros y escaramuzas combatiendo al crimen organizado más bajuno con un
estilazo a lo Harry el Sucio del que se podía disfrutar semanalmente y por
partida doble. Y no nos olvidemos de los paradigmáticos Bud Spencer y Terence
Hill, que desde que les llamaron Trinidad para regocijo de las plateas, fueron
misioneros, super-policías, super-esbirros, super-dos, armaron el Belén,
anduvieron con los hipopótamos y si no, se enfadaron, pelearon y repartieron
mamporros a diestro y siniestro durante más de veinte años, a película por año
todas igual de cutres y entrañables.
El reverso tenebroso
de esta singular pareja en España tomo cuerpo y figura en los inigualables
Fernando Esteso y Andrés Pajares, símbolo patrio ¡indiscutible! de la
transición, con ellos la caspa llegó a limites hasta entonces insospechados y
la palabra hortera se hizo cuerpo y habitó entre nosotros; en términos de éxito
popular no tuvieron rival durante una década y hoy en día están viviendo una
fulgurante revalorización a cargo de la modernidad más friki que les rinde
culto y pleitesía abanderados por su película más reivindicada, la indiscutible
obra maestra de la caspa hispana Los Bingueros, seguida muy de cerca
por Los Energéticos.
Tanto compadreo
masculino tuvo una muy aireada reacción entre el elemento femenino y, claro,
las chicas son guerreras así que empezaron a hacerse notar: Jane Fonda aireo su
ambigua amistad con Vanessa Redgrave en la memorable Julia, entre nazis y
recuerdos, mientras Anne Bancroft daba un paso decisivo junto a Shirley
MacLaine entre tutús y cocinas, en un engendro de prestigio que filosofaba entre
¿qué es mejor ser ama de casa o estrella del ballet?, tremendo dilema, vamos.
Shirley que había
sido previamente calumniada por una mocosa malintencionada por su sospechosa
relación con Audrey Hepburn en la magistral, La Calumnia, sabía que las
parejas de mujeres era un tema complicado, y si no que se lo digan a la pobre
Joan Crawford que postrada en su silla de ruedas era agasajada a la hora de
cenar con su propio canario muerto por una impagable Bette Davis, Baby
Jane,
mientras destrozaba la canción He escrito una carta a mi papi. Susan Sarandon, Louis, voló por los aires
en su Chevrolet descapotable junto Gena Davis, Thelma, tras una accidentada
escapada donde son robadas, violadas y perseguidas por la mitad del cuerpo de
policía del estado de Oklahoma, como simbólico castigo a la independencia
femenina, o como penitencia por haberse cepillado a un casi adolescente Brad
Pitt en su primera aparición cinematográfica; mientras Kathy Bates, se daba un
atracón de tomates verdes fritos, receta exclusiva de una anciana Jessica
Tandy, al enigmático grito de guerra de: ¡¡Towanda!!.
No fueron
pareja, sino trío Pepi, Lucy y Boom que armaron la marimorena montándoselo a lo
grande junto a otras chicas del montón, también fueron trío las lejanas Acuario que remaron mucho con
su marinero lideradas por Mayra Gómez Kemp antes de capitanear el televisivo Un,
Dos, Tres y responder una y otra vez, y es que el asunto de los tríos
siempre fue muy femenino sino que se lo pregunten a Sabrina, Kelly y Jill
Munroe
que repartieron disparos, sonrisas y despechugue en la pequeña pantalla
mientras volaban angelicalmente a la sombra del enigmático Charlie.
Pero
si de parejas extrañas se trata la palma se la llevan el intrépido Michael
Knight,
hortera marca paquete irrepetible y de peinado imposible que junto a su
inseparable Kitt, un coche fantástico muy simpático y parlanchín, hicieron las
delicias de todos los críos a mediados de los ochenta, con permiso, claro está
de R2D2 y C3PO, la pareja más homorobótica que haya conocido cualquier galaxia
muy, muy lejana, dejando claro que ninguna fuerza por muy maligna que fuera
podía con su amor interestelar.
Parejas, parejas, parejas, tantas y tan variadas que tiran por tierra el dicho: mejor solo que mal acompañado. Vaya por Dios! Que dilema!
Visto lo visto, nos quedamos con Mazinger y Afrodita, mismamente!