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martes, 25 de abril de 2023

Farrah, el Angel que perdió sus Alas!

 


     Fue la estrella televisiva más rutilante de la segunda mitad de los años 70 y el símbolo sexual femenino más popular de esa década, con una rubia y ondulada melena y una deslumbrante sonrisa de dientes blanquísimos como inconfundibles señas de identidad, Farrah, mucho más popular en Norteamérica que el esto del mundo, se dio a conocer internacionalmente con la serie de televisión Los Ángeles de Charlie, aquella serie de detectives privados protagonizada por tres chicas deslumbrantes que abandonaron la Academia de Policía y se ponen a trabajar a las ordenes del enigmático y escurridizo Charlie y resuelven casi sin despeinarse cualquier caso por muy complicado que sea. Desde el primer momento nuestra chica acaparó la atención de las audiencias por encima de sus otras dos compañeras, fundamentalmente debido a su desparpajo y simpatía, una estilizada y atlética figura y unos atuendos que dejaban claro que la chica no usaba sujetador. Corría el año 1976 cuando comenzó a emitirse la serie y la cadena de televisión ABC tuvo serios problemas para continuar con la emisión de más capítulos si la muchacha no dejaba de marcar unos obvios pezones, todas las mujeres y los hombres los tenemos, que la pizpireta actriz no disimulaba bajo sus insinuantes camisetas. La serie tuvo serios problemas para pasar la censura, de tal manera que la cadena de televisión se planteó obligar a la actriz a llevar sus protuberancias más recogidas, pero ante la creciente popularidad de la estrella y el aumento de unas audiencias multimillonarias decidieron que  era mejor sortear el escándalo y forrarse con la publicidad generada que sujetar a la chica.

     Yo descubrí a la aspirante estrella en una película de ciencia-ficción llamada La Fuga de Logan donde Farrah interpretaba un pequeño papel como la bella y sonriente Holly, ayudante de un cirujano plástico que en realidad pertenecía a la una oculta resistencia que no se tragaba la idílica vida en una futurista y cerrada ciudad donde la gente debía morir y reencarnarse al llegar a los treinta años, que era el argumento de la película, un papel pequeñito pero lo suficientemente lucido como para recordarla.


      

     Tiempo después se emitió en España el primer episodio de Los Ángeles de Charlie la noche del recuento electoral de las elecciones de 1978 y allí estaba ella, la rubia de La fuga de Logan.

     En el momento que la serie se empezó a emitir en España empezó a llegar información sobre el rutilante estrellato de la rubísima y sonriente Farrah y empezó a acaparar portadas como en los mismísimos USA y así nos enteramos como allende los mares la rubísima estrella había lanzado un poster posando con un discreto bañador rojo que se había convertido en un best-seller y llegando a colocar 12 millones de unidades por todo el país. Nunca antes, y nunca después, nadie vendería tantas unidades. El poster de Farrah es algo así como la madre de todos los posters y todo un icono de la cultura pop setentera de los Estados Unidos, llegando a aparecer en primerísimo plano en la película Fiebre del Sábado Noche. Todas las starlettes de la época intentaron emularla sin llegar a alcanzar semejante cifra de ventas. El poster, por cierto, nunca llegó a España, así que yo lo adquirí pagando contra reembolso y vía postal en su país de origen, ya que por nuestras tierras solo había posters de ella en revistas como Lecturas, Semana, Pronto, Diez Minutos o el inevitable Súper-Pop. También la revista erótica Lib la sacó como Dios la trajo al mundo pero era un montaje fotográfico falso, que decepción. 

  

     Aprovechando la inmensa popularidad que le dio la serie, Farrah la abandona en su primera temporada, pensando que triunfaría clamorosamente en la pantalla grande, para disgusto de sus muchos fans, yo incluido,  siendo sustituida por otra rubísima, Cheryl Ladd, que si bien tenía mejor cuerpo que la propia Farrah, carecía de su encanto y aunque fue muy popular, también, nunca llegó a eclipsarla.

El abandono de la serie supuso un tremendo error de calculo pues la chica no logró hacer una gran carrera en el cine y su fama fue disminuyendo paulatinamente.

Casada por aquel entonces con Lee Majors, otro famoso televisivo, El Hombre de los Seis Millones de Dólares, ni más, ni menos, Farrah finalizaba su apellido con el de su marido, como prueba de eterno amor conyugal, Farrah Fawcett-Majors, así de contundente sonaba. Cuando se les rompió el amor el Majors final se fue al garete.

     Al inicio de la década de los 80 nuevas bellezas aparecieron para arrebatarle un trono que no parecía saber retener, tras los fracasos de películas como, Sol Ardiente, Alguien Mató a su Marido o Saturno 3. Su aureola se sex-symbol se iba perdiendo cediendo el paso a chicas como Bo Derek, Kim Basinger o Madonna, nuevos referentes sexuales de la nueva década. Sólo Los Locos de Cannonball junto al súper macho Burt Reynolds funcionó bien en taquilla. Eso sí la chica cambia de pareja y se nos junta al conquistador Ryan O’Neal, con quien tendría una turbulenta relación repleta de altibajos, infidelidades, rupturas, un hijo y reconciliaciones varias.

     En cualquier caso la chica está más que interesada en destacar como actriz seria y la cosa da algunos frutos en algún producto televisivo, como la durísima, The Burning Bed, aquí llamada Maltratada, sobre un caso real de violencia de genero, que le valió ser nominada al Emmy y al Globo de Oro, las miniseries Klaus Barbie, Pobre Niña Rica, Small Sacrifices, Criminal Bahavior o en la pantalla grande Extremities, adaptación cinematográfica de una obra de teatro que representó ella misma en Broadway sobre violación y venganza o The Apostle, también con mucho maltrato físico y mental, que le supuso cierto prestigio como actriz de carácter. Se empeñó en sufrir mucho y aparecer fea y desarrapada en la pantalla para parecer así mejor actriz.

  

     Tira por la borda todos sus intentos de seriedad y al borde de los cincuenta años posa desnuda en la revista Playboy, en dos ocasiones, tema al que se había negado en redondo en sus años de esplendor, batiendo cifras de ventas, para intentar relanzar su carrera a lo grande,  pero las fotos daban más pena que otra cosa. La cirugía plástica había borrado todo su encanto y aunque se mantenía en estupenda forma no era ni la sombra de lo que fue. Sacó un video pseudo-erótico sobre alguna de sus sesiones fotográficas para la revista, pintando cuadros con su cuerpo desnudo, ya que la chica era licenciada en artes plásticas, y una extraordinaria pintora y escultora, All of Me se llamó el asunto, y fue un éxito de ventas.

     Apareció en el  late-night más famoso de USA entrevistada por David Letterman donde confusa y un poco ida hizo desatar todas las alarmas y rumores sobre el abuso de sustancias estupefacientes que nunca dejaron de acompañarla desde entonces. 

  

     Separada de su segunda pareja, al pillarle con otra en al cama, acaparó portadas cuando se supo que fue brutalmente apaleada por su nuevo compañero sentimental, el actor y director James Orr o como afligida madre por los problemas de drogas y con la justicia de su hijo Redmond.

     Siguió trabajando con regularidad en la televisión americana, sorprendiendo, y haciendo lo contrario a lo esperado, como un reality sobre su vida y sus idas y venidas con su compañero de vida, Ryan O´Neal, y en estas un cáncer colón-rectal y de ano, con metástasis en el hígado, se la llevó prematuramente con solo 62 años, el 25 de junio de 2009, el mismo día de la muerte de Michael Jackson, solo que unas horas antes. También quedó documentado todo el proceso de su enfermedad y posterior tratamiento en otro documental, Farrah’s Story, todo un tanto espeluznante y muy triste.

  

     Durísimo final para la chica más deslumbrante y carismática de su generación, una estrella que brevemente tuvo el mundo a sus pies, volando hacia lo más alto del éxito y la fama, pero que perdió sus alas en una vida llena de altibajos y sinsabores de la que pudo ser la rubia más grande de América desde la desaparición de Marilyn Monroe.

Y mi gran favorita, de siempre…

jueves, 13 de abril de 2023

Reinas del Destape (III): Agata Lys, Marilyn a la Española


  

      Margarita García San Segundo, compartimos apellido, nace en Valladolid en 1953, siendo una adolescente como manifestó en diversas entrevistas inicia sus estudios de Filosofía y Letras que abandona, prematuramente, para volcarse en su verdadera vocación, la interpretación. Parte para Madrid, con permiso paterno, a estudiar arte dramático y rápidamente encuentra trabajo en minúsculos papeles para el cine.

     Se da a conocer al gran publico como la azafata más sexy y rubia de la primera temporada del mítico concurso de Televisión Española, Un Dos Tres… Responda Otra Vez en 1972. Chicho Ibáñez Serrador, su creador y experto caza talentos vio en ella su tremendo potencial y no se equivocó. El programa, una autentica cantera de celebridades, la catapulta a una fama inmediata e inusitada, y aunque aguantó en él, solo, siete emisiones ello fue suficiente para que su imagen rubia y sensual quedara grabada en la retina de todos los españolitos de la época. Se rumoreó, incluso, que fue la mujer de un conocido ministro quien instigó para que la aspirante a estrella fuera retirada del concurso pues sus intervenciones eran demasiado sexuales para un programa de audiencia tan masiva y familiar. En cualquier caso, gran cantidad de productores cinematográficos, ávidos por explotar nuevos rostros, vieron en su imagen tan sensual como contundente, un buen producto para exprimir y le ofrecieron el inevitable salto a la gran pantalla. 

     


     
Su pelo rubio platino, unas curvas de infarto, una voz calidad y sensual y unas maneras nada disimuladamente provocativas la convirtieron en uno de los máximos mitos eróticos del cine nacional de los años setenta. Llegó incluso a rodar siete películas en un mismo año, en general, subproductos de ínfima calidad que solo servían para exhibir, hasta el máximo de lo permitido, su poderosa anatomía. Títulos como Sex o no Sex, El Último Tango en Madrid o Striptease a la Inglesa, no dejan duda de por donde van los tiros. También participó en coproducciones de género como el cine de terror y/o los inevitables spaghetti-westerns, tan habituales en la cinematografía española de la época.

     Con la muerte de Franco y el fin de la censura cinematográfica sus intervenciones en la gran pantalla se vuelven cada vez más explícitas a la vez que las revistas de la época se la rifan para, también, explotar su rubísima imagen hasta la saciedad. Fue una de las grandes favoritas para las portadas de Fotogramas, o las más audaces y desaparecidas, Interviú, Lib, Party o Papillón. Nadie tenía duda de que su imagen vendía ejemplares y eso había que exprimirlo.

 

     Si bien en el cine apenas pudo destacar por su talento se esforzó en escoger, siempre que pudo, títulos interesantes, aunque pocas películas de esa época destacaran por su calidad: quizá El Transexual, de José Jara, El Huerto del Francés, del polifacético Jacinto Molina o lo que es lo mismo, Paul Naschy, nuestro internacional licántropo nacional, o su quizá título más emblemático, La Nueva Marilyn, de José Antonio de la Loma, escapaban de la mediocre calidad de su filmografía.

     También se hizo muy presente en la televisión donde combinó su imagen más sexy, con especiales para el medio, haciendo sus pinitos en el campo de las variedades, cantando y bailando. Impactantes fueron sus interpretaciones musicales en números como La Pantera Rosa o Tigresa, parece que el rollo zoológico-gatuno era su especialidad, recuerdo, incluso, que mi padre la llamaba, la gata Lys, no sé si fue cosa de él o apodo popular.

     Por otra parte se atrevió con papeles dramáticos siempre que pudo, donde intentó imponer su talento, sin acabar de conseguirlo del todo, en producciones como Curro Jiménez o La Saga de los Ríus. Su imagen como sex-symbol siempre la persiguió y al gran publico le costó aceptar que era algo más que una cara bonita y un cuerpo de escándalo. Pese a todo llegó a interpretar  en los escenarios Don Juan Tenorio, El Mercader de Venecia, El Tartufo o La Vida es Sueño, entre otras, o musicales de gran presupuesto como La Reina del Nilo, junto a Carmen Maura, masacrada por la crítica y batacazo monumental en taquilla, por otra parte.

  

     El Music-Hall tampoco se le resistió y se presentó en directo, durante años, con shows unipersonales bastante currados, en salas de fiesta y teatros de toda la geografía española. Procuró elegir siempre un repertorio musical acorde a sus limitadas posibilidades y de aceptable calidad, también acompañó a la Orquesta Mondragón en alguna de sus más exitosas giras, pero como pasó con la mayoría de sus coetáneas del destape le fue muy difícil escapar de la etiqueta de mito erótico sin talento.

     Su imagen sexy de rubia sin cerebro pudo más que sus esfuerzos por demostrar lo contrario, pese a ir mucho más tiempo de morena y chica seria y codearse con la flor y nata de la intelectualidad de la transición como Francisco Umbral, Cela y compañía.

     Entrado los ochenta cambia totalmente de registro y de imagen, impone definitivamente su color moreno de pelo e intenta reconducir su carera cinematográfica con títulos importantes como Los Santos Inocentes de Mario Camus, Taxi de Carlos Saura, Familia de León de Aranoa o El Regreso de  los Tres Mosqueteros de Richard Lester con papeles secundarios pero lucidos, se centra, también, en el teatro combinando drama con comedias musicales o continua, durante algún tiempo, con sus shows unipersonales para acabar trabajando más regularmente en la televisión. Su último trabajo fue en ese medio en la serie Amar en Tiempos Revueltos durante varias temporadas.

  

     Se retira prematura y voluntariamente del mundo de la interpretación y se marcha a vivir a la Costa del Sol donde lejos de los focos y la fama, enamorada y feliz, no abandona su faceta artística y se centra en los pinceles, otra de sus grandes pasiones.

     Prematuramente viuda entra en una etapa más dura de su vida falleciendo, finalmente, a los 67 años sin que apenas la noticia de su desaparición tuviera repercusión mediática tal como fue su expreso deseo.   

     Casi un mes después de su muerte algún medio de comunicación se hace eco de su desaparición pero sin la repercusión que debería haber tenido debido a lo enormemente popular que fue en un periodo de su carrera. 

  

     Injustamente recordada como "solo" una Reina del Destape, Agata o Margarita, su verdadero nombre, siempre luchó por ser reconocida por algo más que su imponente físico pero como tantas otras estrellas de esa época el intento quedó en el vacío. 

     Aún así, no somos poco los que sí la recordamos, tanto rubia como morena.

     ... Y conmigo tuvo miedo, miedo, miedo, miedo... al despestar... Así nos cantó como la más erótica Pantera Rosa de la transición.