Vivimos rodeados de información, una cierta, otra no; oímos noticias, cotilleos, rumores, secretos y propaganda a la que a veces no prestamos ninguna atención y otras veces nos marca, incluso, para toda la vida.
Yo que siempre presumí de ser persona bien informada, soy lo que se dice un absurdo acumulador de datos, de esos que no sirven, absolutamente, para nada, a lo largo de mi vida he podido concluir que la información da igual que sea veraz o no, lo importante es que te la creas. Y a este punto es donde yo quería llegar.
Hay que gente que jura y perjura que ha vivido tal o cual situación y si no ellos, exactamente, sí alguna persona allegada de total confianza o un allegado de otro allegado de la misma confianza, o más, aunque no lo hayas visto en toda tu vida y no tengas la menor intención de verlo el resto de la vida que te queda.
¿Cuánta gente ha tenido experiencias paranormales? ¿Cuántas personas aseguran de haber percibido algo parecido a un fantasma? ¿A cuantos conocemos que hayan experimentado fenómenos extraños, apariciones, sensaciones, premoniciones o intuiciones inexplicables? ¿A cuantos se les ha aparecido la dama de la curva? ¿Cuántas curvas, solo en España, tienen dama de la curva? ¿Y en el resto del mundo?
Existe otra cosa más extraña aun: los falsos recuerdos colectivos, es decir, cosas que nunca existieron y que, sin embargo, son recordadas por una multitud, a veces abrumadora, de personas. Incluso, por casi toda la sociedad.
Y es así como se crean las leyendas urbanas.
Leyenda urbana es que el niño feo de la serie Aquellos Maravillosos Años creció y se convirtió en Marilyn Mason. Me lo han asegurado mil veces y resulta que el joven actor infantil se retiró de la farándula al acabar la serie y ahora es un abogado anónimo pero feliz.
Leyenda urbana es que los chinos en España no pagan impuestos. Tienen una exención fiscal de cinco años, por eso proliferan tanto sus negocios. El dato está en la calle y da igual que no haya manera de contrastarlo, tú te lo crees porque te lo dijo alguien de confianza que se entero por otro alguien que lo sabe de primera mano o de muy buena tinta.
Lo de "muy buena tinta" es infalible y siempre veraz.
Además que te lo cuenta, indignado, la misma persona que no paga un duro. Porque seamos claros, aquí solo paga el que está "pillao".
Leyenda urbana es que Richard Gere se
introdujo un hámster por el culo, así como suena. Parece ser que todo el mundo
tiene un conocido en el hospital donde le extirparon al simpático animalito, ya
que, el pobre, se perdió entre tanto intestino y no supo salir. Sin más comentarios.
Recuerdo colectivo es que Afrodita A, la sonrosada compañera robótica del inefable Mazinger Z lanzaba sus misiles al grito de: ¡¡pechos fuera!!
Esta leyenda ha sido para mí como una cruzada personal. Incluso me llegué a revisar todos los capítulos emitidos en nuestro país de esta emblemática serie de dibujos animados para comprobar si la metálica heroína vociferaba la famosa y recordada frase. Nada, ni rastro de la misma. El mito se forjó en la mente colectiva como una extraña combinación de recuerdo visual, ya que efectivamente la estilizada robot lanzaba sus tetas a modo de misiles destructivos, freudiana metáfora del poder femenino por otra parte; y recuerdo auditivo, era el propio Mazinger Z el que gritaba: ¡¡puños fuera!! y ¡¡fuego de pecho!!.
De aquí al recordado Pechos Fuera solo había que dar un pequeño paso.
Yo llegué a apostarme una cena contra una veintena de amigos, que me aseguraban haber oído, repetidamente, tan contundente grito de guerra femenino. Pero a pesar de mi repaso sistemático de todo el serial, no tragaron.
Recuerdo colectivo es que Afrodita A, la sonrosada compañera robótica del inefable Mazinger Z lanzaba sus misiles al grito de: ¡¡pechos fuera!!
Esta leyenda ha sido para mí como una cruzada personal. Incluso me llegué a revisar todos los capítulos emitidos en nuestro país de esta emblemática serie de dibujos animados para comprobar si la metálica heroína vociferaba la famosa y recordada frase. Nada, ni rastro de la misma. El mito se forjó en la mente colectiva como una extraña combinación de recuerdo visual, ya que efectivamente la estilizada robot lanzaba sus tetas a modo de misiles destructivos, freudiana metáfora del poder femenino por otra parte; y recuerdo auditivo, era el propio Mazinger Z el que gritaba: ¡¡puños fuera!! y ¡¡fuego de pecho!!.
De aquí al recordado Pechos Fuera solo había que dar un pequeño paso.
Yo llegué a apostarme una cena contra una veintena de amigos, que me aseguraban haber oído, repetidamente, tan contundente grito de guerra femenino. Pero a pesar de mi repaso sistemático de todo el serial, no tragaron.
Recientemente en un telediario a hora de máxima audiencia, hablaron de este tema y vinieron a confirmar lo que yo ya sabía: la frase nunca fue dicha. Desgraciadamente ya no me hablo con ninguno de esos veinte amigos para ganarme veinte cenas, jo!
Siguiendo con las leyendas pectorales, se ve que el pecho femenino da para ello, corrió la afirmación de que a nuestra fantasiosa Ana Obregón se le reventó una teta en un avión ¡¡¡en pleno vuelo!!!. Ella lo ha desmentido insistentemente, pero ciento ochenta y cinco testigos oculares no pueden estar equivocados. Amen que el desaguisado que tuvo que ser tanta silicona desparramada en tan reducido espacio no pudo pasar desapercibida así como así. Silicona con ADN sin duda. Nunca sabremos la verdad.
También he oído que si te miras en el espejo a las doce de la noche, completamente solo, en casa, con una vela e invocas a no sé quién, verás tu propia muerte. Primero: a ver quién es guapo que se atreve a hacer esto, bien por miedo, bien por miedo al ridículo. Segundo: ¿A qué clase de pervertido le interesa ver su propia muerte?
a Otros, dicen que en las alcantarillas de Nueva York hay cocodrilos, que son los descendientes de las mascotas que losom ciudadanos de tan populosa metrópoli han tirado por el retrete.
A mí, sinceramente, si me dan a elegir entre un cocodrilo de cloaca y la teta de la Obregón me quedo con la teta! Es que un cocodrilo con olor a detritus, como que no!
Siguiendo con las leyendas pectorales, se ve que el pecho femenino da para ello, corrió la afirmación de que a nuestra fantasiosa Ana Obregón se le reventó una teta en un avión ¡¡¡en pleno vuelo!!!. Ella lo ha desmentido insistentemente, pero ciento ochenta y cinco testigos oculares no pueden estar equivocados. Amen que el desaguisado que tuvo que ser tanta silicona desparramada en tan reducido espacio no pudo pasar desapercibida así como así. Silicona con ADN sin duda. Nunca sabremos la verdad.
También he oído que si te miras en el espejo a las doce de la noche, completamente solo, en casa, con una vela e invocas a no sé quién, verás tu propia muerte. Primero: a ver quién es guapo que se atreve a hacer esto, bien por miedo, bien por miedo al ridículo. Segundo: ¿A qué clase de pervertido le interesa ver su propia muerte?
a Otros, dicen que en las alcantarillas de Nueva York hay cocodrilos, que son los descendientes de las mascotas que losom ciudadanos de tan populosa metrópoli han tirado por el retrete.
A mí, sinceramente, si me dan a elegir entre un cocodrilo de cloaca y la teta de la Obregón me quedo con la teta! Es que un cocodrilo con olor a detritus, como que no!
Ja ja ja ja Que miedo me da a mi la Cifuentes... ya en serio, de todas las leyendas urbanas, la más famosa de todos los tiempos en España es la de Ricky Martin y el programa "Sorpresa Sorpresa" que todo el mundo lo había visto.. ¿O no?
ResponderEliminarUn saludo!
David
Yo no vi el programa de Ricky Martin, pero seguro que todo lo que se cuenta fue verdad de la buena y si no, parecido. Ademas, creo que la sorprendida fue la Cifuentes, pobre.
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