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jueves, 13 de abril de 2023

Reinas del Destape (III): Agata Lys, Marilyn a la Española


  

      Margarita García San Segundo, compartimos apellido, nace en Valladolid en 1953, siendo una adolescente como manifestó en diversas entrevistas inicia sus estudios de Filosofía y Letras que abandona, prematuramente, para volcarse en su verdadera vocación, la interpretación. Parte para Madrid, con permiso paterno, a estudiar arte dramático y rápidamente encuentra trabajo en minúsculos papeles para el cine.

     Se da a conocer al gran publico como la azafata más sexy y rubia de la primera temporada del mítico concurso de Televisión Española, Un Dos Tres… Responda Otra Vez en 1972. Chicho Ibáñez Serrador, su creador y experto caza talentos vio en ella su tremendo potencial y no se equivocó. El programa, una autentica cantera de celebridades, la catapulta a una fama inmediata e inusitada, y aunque aguantó en él, solo, siete emisiones ello fue suficiente para que su imagen rubia y sensual quedara grabada en la retina de todos los españolitos de la época. Se rumoreó, incluso, que fue la mujer de un conocido ministro quien instigó para que la aspirante a estrella fuera retirada del concurso pues sus intervenciones eran demasiado sexuales para un programa de audiencia tan masiva y familiar. En cualquier caso, gran cantidad de productores cinematográficos, ávidos por explotar nuevos rostros, vieron en su imagen tan sensual como contundente, un buen producto para exprimir y le ofrecieron el inevitable salto a la gran pantalla. 

     


     
Su pelo rubio platino, unas curvas de infarto, una voz calidad y sensual y unas maneras nada disimuladamente provocativas la convirtieron en uno de los máximos mitos eróticos del cine nacional de los años setenta. Llegó incluso a rodar siete películas en un mismo año, en general, subproductos de ínfima calidad que solo servían para exhibir, hasta el máximo de lo permitido, su poderosa anatomía. Títulos como Sex o no Sex, El Último Tango en Madrid o Striptease a la Inglesa, no dejan duda de por donde van los tiros. También participó en coproducciones de género como el cine de terror y/o los inevitables spaghetti-westerns, tan habituales en la cinematografía española de la época.

     Con la muerte de Franco y el fin de la censura cinematográfica sus intervenciones en la gran pantalla se vuelven cada vez más explícitas a la vez que las revistas de la época se la rifan para, también, explotar su rubísima imagen hasta la saciedad. Fue una de las grandes favoritas para las portadas de Fotogramas, o las más audaces y desaparecidas, Interviú, Lib, Party o Papillón. Nadie tenía duda de que su imagen vendía ejemplares y eso había que exprimirlo.

 

     Si bien en el cine apenas pudo destacar por su talento se esforzó en escoger, siempre que pudo, títulos interesantes, aunque pocas películas de esa época destacaran por su calidad: quizá El Transexual, de José Jara, El Huerto del Francés, del polifacético Jacinto Molina o lo que es lo mismo, Paul Naschy, nuestro internacional licántropo nacional, o su quizá título más emblemático, La Nueva Marilyn, de José Antonio de la Loma, escapaban de la mediocre calidad de su filmografía.

     También se hizo muy presente en la televisión donde combinó su imagen más sexy, con especiales para el medio, haciendo sus pinitos en el campo de las variedades, cantando y bailando. Impactantes fueron sus interpretaciones musicales en números como La Pantera Rosa o Tigresa, parece que el rollo zoológico-gatuno era su especialidad, recuerdo, incluso, que mi padre la llamaba, la gata Lys, no sé si fue cosa de él o apodo popular.

     Por otra parte se atrevió con papeles dramáticos siempre que pudo, donde intentó imponer su talento, sin acabar de conseguirlo del todo, en producciones como Curro Jiménez o La Saga de los Ríus. Su imagen como sex-symbol siempre la persiguió y al gran publico le costó aceptar que era algo más que una cara bonita y un cuerpo de escándalo. Pese a todo llegó a interpretar  en los escenarios Don Juan Tenorio, El Mercader de Venecia, El Tartufo o La Vida es Sueño, entre otras, o musicales de gran presupuesto como La Reina del Nilo, junto a Carmen Maura, masacrada por la crítica y batacazo monumental en taquilla, por otra parte.

  

     El Music-Hall tampoco se le resistió y se presentó en directo, durante años, con shows unipersonales bastante currados, en salas de fiesta y teatros de toda la geografía española. Procuró elegir siempre un repertorio musical acorde a sus limitadas posibilidades y de aceptable calidad, también acompañó a la Orquesta Mondragón en alguna de sus más exitosas giras, pero como pasó con la mayoría de sus coetáneas del destape le fue muy difícil escapar de la etiqueta de mito erótico sin talento.

     Su imagen sexy de rubia sin cerebro pudo más que sus esfuerzos por demostrar lo contrario, pese a ir mucho más tiempo de morena y chica seria y codearse con la flor y nata de la intelectualidad de la transición como Francisco Umbral, Cela y compañía.

     Entrado los ochenta cambia totalmente de registro y de imagen, impone definitivamente su color moreno de pelo e intenta reconducir su carera cinematográfica con títulos importantes como Los Santos Inocentes de Mario Camus, Taxi de Carlos Saura, Familia de León de Aranoa o El Regreso de  los Tres Mosqueteros de Richard Lester con papeles secundarios pero lucidos, se centra, también, en el teatro combinando drama con comedias musicales o continua, durante algún tiempo, con sus shows unipersonales para acabar trabajando más regularmente en la televisión. Su último trabajo fue en ese medio en la serie Amar en Tiempos Revueltos durante varias temporadas.

  

     Se retira prematura y voluntariamente del mundo de la interpretación y se marcha a vivir a la Costa del Sol donde lejos de los focos y la fama, enamorada y feliz, no abandona su faceta artística y se centra en los pinceles, otra de sus grandes pasiones.

     Prematuramente viuda entra en una etapa más dura de su vida falleciendo, finalmente, a los 67 años sin que apenas la noticia de su desaparición tuviera repercusión mediática tal como fue su expreso deseo.   

     Casi un mes después de su muerte algún medio de comunicación se hace eco de su desaparición pero sin la repercusión que debería haber tenido debido a lo enormemente popular que fue en un periodo de su carrera. 

  

     Injustamente recordada como "solo" una Reina del Destape, Agata o Margarita, su verdadero nombre, siempre luchó por ser reconocida por algo más que su imponente físico pero como tantas otras estrellas de esa época el intento quedó en el vacío. 

     Aún así, no somos poco los que sí la recordamos, tanto rubia como morena.

     ... Y conmigo tuvo miedo, miedo, miedo, miedo... al despestar... Así nos cantó como la más erótica Pantera Rosa de la transición.

 






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